Quienes amamos los juegos RPG solemos tener problemas con la duración o profundidad de un juego, ya sea porque la historia no se desarrolla lo suficiente o simplemente porque el juego en general parece incompleto; afortunadamente este no es el caso de Pathfinder: Wrath of the Righteous

Este título nos lleva a través de un viaje a un reino invadido por demonios siguiendo las bases de la entrega anterior Pathfinder: Kingmaker, pero con un nuevo formato de juego de rol. Explorar la naturaleza del bien y el mal, conocer el verdadero costo del poder y decidir entre cientos de caminos serán el pan de cada día en Wrath of the Righteous.

Tan solo comenzar a crear un personajes es más tardado y laborioso a lo que estamos acostumbrados, pero aún así lo agradecemos. Existen 25 clases entre las cuales a elegir, muchas en comparación a las 4 o 5 que algunos juegos AAA llegan a ofrecer. Sí, Diablo 3, claro que me refiero a ti. Más impresionante aún: cada clase se subdivide en arquetipos, con condiciones de niveles y requisitos para desbloquearlas. Después de eso viene lo que te imaginas: raza, herencia racial, antecedentes, religión, habilidades, hazañas y esbirros, con su propia clase, habilidades y hazañas.

Tal y como dije, se agradece que el sistema de creación de personajes sea tan versátil y profundo, pero lo que no agradezco es que mi primer personaje haya sido todo un inútil. Muchos de sus rasgos que debieron sentirse como ventajas se sintieron como simples rasgos que no sumaban o restaban nada a la hora de las ‘cachetadas guajoloteras’. Siempre puedes abandonar a ese personaje crear otro, pero uno imaginaría que cada posibilidad representaría ventajas y desventajas, en lugar de… nada en absoluto.

Pero bueno, ¿a quiénes nos enfrentamos con X personaje? A una legión de demonios provenientes de la ‘Herida del Mundo’, los cuales llegaron a nuestro mundo a través de un grieta en la realidad. Nuestra misión es derrotarlos y, de paso, convertirnos en un héroe mítico.

Antes dijimos que este juego es una continuación a Kingmaker, y realmente lo es, pero mejorada notablemente. Wrath of the Righteous consiste en un juego de rol isométrico que usa un sistema de combate por turnos y goza de mejoras en la interfaz de usuario y lecciones importantes para un gameplay bien implementado. Las ventanas emergentes y señales con instrucciones tipo tutorial hacen más fácil de entender.

Cabe aclarar que el juego en un inicio nos invita a participar en combates por turnos, sin embargo tenemos la opción de cambiar al tiempo real con pausas. Esto claramente hace el juego más desafiante, pero ¿qué sería de la vida sin retos? Aunque dicho reto implica pausar el juego cada cinco segundos debido a la cantidad de eventos que llegan a ocurrir en pantalla. Cambiar entre un modo y otro depende de qué tanta atención quieras poner al juego, tu margen de errores y el odio que te tienes a ti mismo para torturarte de esa forma.

Para este punto es importante aclarar que comienzas tu aventura por tu cuenta, con tu personaje, y conforme avanzas vas consiguiendo más personajes y compañeros que te ayudan en tu aventura. Pasar de un personaje a seis, por ejemplo, puede ser fácil de manejar si se hace de forma gradual; pero esto último no sucede con las peleas de ejércitos. Literalmente de un momento a otro pasas a controlar ejércitos enteros en un modo de juego secundario, en una cuadrícula donde también hay ejércitos enemigos. Este “modo de juego” está perfectamente definido, pero no explicado. Cambia por completo el ritmo del juego (para bien) durante un tiempo, lo cual se agradece. Este modo, que se vio en Kingmaker, también ha mejorado mucho en cómo te notifica de información importante.

¿Qué decir de la historia? Es difícil encontrar un título que genere interacciones interesantes entre los propios personajes y el mundo que les rodea. La historia principal es atrapante y muy detallada, de la misma forma que las otras historias que se desarrollan con las misiones secundarias. A lo largo de la narrativa podremos tomar decisiones que después serán recordadas y afectarán el desarrollo de la misma, considerando desde la creación de personaje hasta el punto de la historia en que te encuentres. Esto se complementa con intervenciones de los personajes para discutir contigo sobre determinadas decisiones, lo cual personalmente me agradó bastante. Me hizo sentir más como líder de un equipo de individuos y no un comandante de NPCs que hacen y piensan lo que yo ordeno.

Llega un momento, después de tanto farmeo de niveles, equipo y misiones, en el que puedes seguir un camino mítico. Aquí es donde literalmente te decantas por el bien o el mal, en un camino hacia la ‘semidivinidad’. Comenzaste como un simple ser y te convertiste en un semi-dios. Diría que es un giro absurdo de no ser que es fantasía, así que está bien.

Ya sea que te conviertas en un Ángel de la justicia o en un Lich que controla a los muertos, cada camino supone más profundidad a la personalización de tu personaje (por si creíste que ya habías visto todo para este punto). Desafortunadamente algunos de estos caminos del bien y el mal no t

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