El último episodio de la última temporada de Game of Thrones se transmitió la noche de ayer, y los sentimientos encontrados por parte de los fanáticos ya están resonando en otra batalla: la de los comentarios y reacciones a favor y en contra. Personalmente trataré de ser lo más objetivo ante tan esperado final de esta serie épica, que por más de 8 años se ha encargado de atraparnos e hilar una historia de traiciones y alianzas. Así es como inicia mi última reseña / recapitulación del episodio final de esta serie.

Para empezar, en esta ocasión no pude reunirme con mis amigos para disfrutar del episodio, de todas formas me gustaría aprovechar el espacio para agradecerle a cada uno de ellos por estar ahí, celebrando, quejándose y compartiendo sus opiniones de hacia dónde creían que la serie iría. La verdad disfruté cada reunión, y obviamente no será la última ocasión, ya que se avecinan nuevas propuestas y, a ver cuáles, fenómenos mediáticos. En fin, gracias Carlos, Rubén, Bruno y mi tocayo Alejandro, así como a todos los demás que se dieron la oportunidad de asistir cada domingo para ingresar al mundo de los 7 reinos.

“The Iron Throne” con una duración de 80 minutos, se transformó en la carta de despedida por parte de los productores David Benioff y DB Weiss, quienes se encargaron de llevar la magia de Game of Thrones en sus ocho temporadas, dos continentes, siete Casas y cientos de miles de cadáveres. ¿Una labor titánica? Sin duda alguna, se debe reconocer lo mucho que le ofrecieron al espectador. Pero también es necesario subrayar que al estar en una última temporada llena de inconsistencias tanto narrativas como de dudosa calidad cinematográfica, no había otra manera de darle fin a este apresurado proyecto, por lo menos desde que se alejaron de la fuente original, los libros de George R. R. Martin.

Los efectos negativos de apresurar o alejarse de la fuente se reflejan en este episodio, de haber existido un desarrollo (más episodios), por lo menos le hubiera dado naturalidad. La agridulce victoria se percibe en los rostros de los sobrevivientes, se respira un aire desconsolado, donde la barbarie es lo único que puede dar origen al temor de muchos. Daenerys da un frío pero intimidante discurso a los Inmaculados y al poblado Dothraki, mostrando su tiranía ante un King’s Landing cubierto de cenizas y nieve.

Aquí entra uno de los primeros detalles en contra. Jon Snow, pasó de ser un héroe en potencia a un simple títere que le cuesta darse cuenta de lo que pasa a su alrededor, por lo menos así lo han hecho ver desde que inició esta última temporada. Sin duda alguna hubo momentos donde daban ganas de sacudirlo y decirle que dejara de ser tan estúpido. Aunque más adelante, Jon hace lo correcto en detener a la Madre de los Dragones. Este acto lo hace caer preso de su amor y su crimen, lo cual por lo menos servirá para no sentirse atado a algo o alguien, mientras le queda vida. Los saltos de tiempo ya no incomodan, uno ya no puede darle tanta importancia.

Así como los saltos, yo tampoco tengo intención de respetar el orden de las situaciones, lo cual me hace retomar la dramática y conmovedora escena de Drogon al ver a su madre tendida en el suelo, que desemboca en destruir el trono de hierro, ese espacio que ha obligado al ser humano a derramar sangre por años. Este acto puede ser interpretado como una forma de separar las futuras dictaduras y la necesidad de que todos deben mantenerse bajo el mismo nivel, bajo un pacífico régimen de ayuda entre los reinos, como un regalo de una mítica criatura que no sabe cómo sobrellevar su dolor.

Tyrion que debe aceptar la muerte de sus hermanos (Cersei y Jaime), quienes murieron por el derrumbe del castillo por el ataque que Dany llevó a cabo con su dragón. Personalmente se me hizo una muerte muy anticlimática, sin gracia y a las carreras, simplemente quedaron mal aprovechados entre los escombros. Volviendo con Tyrion, éste es llevado a enfrentar a los nobles reunidos de Westeros. Jon fue “castigado” al ser enviado de vuelta a North to the Wall, dando como resultado un esperado y necesario reencuentro con su fiel Ghost, al igual que con su gran amigo Tormund. Jon encuentra libertad en su penitencia de sumergirse entre los bosques del norte con los Wildlings, para defender a la humanidad de cualquier amenaza que llegue asomarse.

Por otro lado, las tradiciones se deben mantener, aunque no con las mismas consecuencias, lo cual significa que los reinos de Westeros tienen que elegir un nuevo rey, aunque ya no haya trono dónde sentarse. De cierta forma fue agradable ver un Alto Consejo discutiendo entre ellos, la creación de una Nueva Rueda, igual que la Vieja Rueda. Fue bueno mientras duró. De todo este acto de democracia e interesantes intercambios de diálogos, Bran resulta nombrado Rey de los Sietes Reinos. Sí, tiene perfecto sentido, aunque muchos se quejen o digan que no hizo nada, pero su personaje tiene la suficiente sabiduría y previsión para gobernar realmente bien. Arya por otro parte, decide alejarse en busca de su propia vida, de aventuras y nuevos mundos por descubrir. Aunque dependa de la circunstancias y un desarrollo a medias, logra encontrar un poco de respiro con una salida lo suficientemente aceptable dentro de lo que la serie le permitió crecer. Y Sansa, logra su cometido de recuperar el Norte como un territorio independiente donde ahora gobierna como Reina, algo muy directo y esperado.

Tyrion pasa a ser la mano derecha del nuevo rey, como recompensa por haber hecho lo imposible por solucionar los apresurados conflictos que se vivieron en esta temporada, demostrando ser alguien que aun con sus errores y demonios, se ha mantenido firme con lo que es correcto y valioso para los ahora 6 reinos. En las últimas brasas del episodio, solamente nos queda aceptar esta conclusión, por muy genérica o mala que pueda ser para algunos, pero sin olvidar que Game of Thrones sin duda alguna fue un espectáculo de gran magnitud, un fenómeno televisivo que rompió récords. Pero también debo decirlo, este final no ofrece ese golpe de gracia crucial para hacernos sentir que la historia desarrollada en 8 años en verdad importe o llegue a resonar con el paso del tiempo. Es un final a la medida de su temporada, un final frío y con la promesa de algún día volver a Westeros, ya sea con una precuela o un spinoff, solamente el tiempo lo dirá, por el momento la despedida es necesaria para cerrar este momento en la historia de la televisión.

Ya para no alargar las cosas, solamente me queda agradecer a cada uno de ustedes que se tomaron el tiempo de leer estas reseñas / recapitulaciones. Gracias por subirse a la aventura conmigo y por cada comentario que compartieron mientras avanzaba el final de esta serie. Si les gustó esta modalidad de reseña, podría seguir con futuras propuestas que invitan a reunir a los amigos y disfrutar de una historia épica, ya sea con la serie The Witcher de Netflix, Watchmen en HBO o la serie de The Lord of the Rings que prepara Amazon.

Nos leemos en la próxima serie.

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