Lunes de reseña y recapitulación de lo que sucedió en el episodio de ayer, el episodio 5, el penúltimo de esta última temporada de Game of Thrones. Ya no hay vuelta atrás y las consecuencias se materializaron en una guerra donde la razón no tuvo cabida, donde la paz se obtiene con fuego y sangre.

Para empezar, el ritual se repite, toda la banda de hermanos reunidos en la sala para disfrutar de este esperado episodio, el episodio que vendría a quitarnos el mal sabor de boca que la Batalla de Winterfell había dejado. No voy a negar que la mayoría fue invadido por la incertidumbre de lo que estaba por pasar, creo que nadie estaba preparado para los giros que este episodio nos terminaría dando, pero para no dar más vueltas, entremos a los detalles. Por cierto, haré mención de algunos momentos claves, lo cual se pueden tomar como spoilers. Están advertidos.

De inicio debo dejar claro que estamos ante un episodio que dividirá a las personas, algunos dirán que les encantó y otros encontrarán razones para detestar lo que los escritores y productores de la serie están haciendo con esta última temporada. Yo en lo personal me encuentro en la mitad, hubo cosas que disfruté, pero también hubo lo que hizo ruido con todo lo que se ha venido construyendo. Ojalá los productores se hubieran tomado el tiempo necesario para llegar a este momento de fuego y sangre. Aquí es donde se asoma el gran problema que venían arrastrando desde la temporada 7, el cual ahora es más evidente. Me refiero al hecho de que todo es demasiado conveniente.

El episodio abre con Varys conspirando en contra de Daenerys, creyendo convincente que el trono de hierro le pertenece al Jon Snow, lo cual le lleva a ser descubierto y ejecutado con fuego por su intento de traición. Dicha ejecución también sirvió como una advertencia a Tyrion, dándole a entender que ya no hay lugar para más mentiras o secretos. Justo en este momento es cuando uno se da cuenta que el sufrimiento y temor de Dany se transforma lentamente en locura (tal como la de su padre), la cual podría poner en peligro su aceptación y amor de su pueblo. Eso sin contar el conflicto emocional que todavía existe con Jon, quien en su intento de demostrarle que la ama, no puedo completar el acto, haciendo que la Madre de Dragones aceptara que el miedo es el único camino. Cabe destacar el emotivo momento que Tyrion y Jaime tuvieron, al reforzar su hermandad y de paso darse un necesario abrazo.

Ahora, lo conflictivo del episodio se hace notar justo cuando la batalla se desata, aquí es donde muchos dirán que hubo de todo un poco, así como más inconsistencias en las ambiciones y personalidades de estos personajes, rebajados a simples minions de una trama llena de clichés y situaciones convincentes, casi llegando al Deus Ex Machina.

Respecto a la locura de Daenerys, no es algo sacado de la manga, en realidad sirve como un recordatorio a varios momentos de las primeras temporadas, inclusive hay diálogos en donde ella da entender que va recuperar el trono con base en fuego y sangre, cruzando su umbral entre cenizas. No justifico sus acciones, simplemente es un arco que tarde o temprano tenía que llegar a su finalidad, aunque se deba a que el espectáculo está en una carrera tan rápida, que ya no hay tiempo para desarrollar cosas convincentes, sin importar que la calidad se ponga en juego.

80 minutos no es suficiente para abarcar cada hilo. Jaime parece ser otra persona, Euron no tiene una presencia útil más allá de ser el villano en turno, inclusive su enfrentamiento se sintió frío, nada emocionante. Esto se debe a que las traiciones, los conflictos y las acumulaciones que se habían cimentando a fuego lento, aquí terminan explotando sin esencia, volviéndose en fugaces huecos de una épica que merece más que un final de película de Hollywood. En pocas palabras, una historia apresurada es una historia apresurada sin importar el espectáculo que desplieguen.

El objetivo principal del episodio era el mostrarnos el terror de la guerra, las consecuencias de una obsesión destructiva por el poder. La inocencia (niña) observando hasta dónde han llegado los humanos por dominar, pero, ¿de qué sirve ganar si todo se reduce a quemar el mundo que los rodea? Inclusive Arya se ve envuelta en el caos y la muerte, sin esperanzas intenta escapar de las llamas, ayudando a quien pueda en su camino. Una amenazante Compañía de Oro fue devastada sin una palabra, la Flota de Hierro fue destruida tan rápidamente que una vez más se cuestiona la habilidad de estos soldados, justo cuando en el episodio anterior ya habían derribado a un dragón. La batalla entre Sandor y La Montaña fue un momento emotivo, la pelea fue dura y violenta, concluyendo con un sacrificio más allá de los temores personales, una forma decente cerrar un personaje.

Cersei y Jaime se reencuentran entre los escombros, uno herido y la otra sin reino que gobernar, la escena parece como una abrupta despedida o posible muerte de estos personajes que por culpa de su amor prohibido han tenido que aceptar el destino que les deparaba. Por otro lado, los estragos de la guerra deja un sabor agridulce en los vencedores, Jon con su mirada se muestra decepcionado por la terrible acción de su reina, lo cual pondrá en duda el futuro de su relación y de Westeros.

Todo lo que sucedió en este episodio marcará para bien o para mal el final de esta serie, lo apresurado y los repentinos cambios abren a preguntarnos: ¿Jon Snow matará a Daenerys? ¿Quién tomará el trono de hierro? ¿Qué le deparará a los sobrevivientes? Todo eso lo sabremos en el siguiente episodio, en la final de temporada y cierre de la serie.

Nos leemos el próximo y último lunes.



AVANCE DEL FINAL DE TEMPORADA

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