Vayamos directo al grano, el filme es malo, tiene muchos detalles en contra. Aunque un sector diga que la disfrutó, no deja de ser una película con problemas latentes en su guion, en la dirección y hasta en sus efectos especiales. Hablando de los efectos especiales, por momentos parecían emular el CGI de algún videojuego de antaño que apenas interactuaba con gráficos en 3D.

Respecto a la acción, se siente pasajera y no logra emocionar ni conectar con la infinidad de posibilidades creativas con las que pudieron haber jugado a la hora de coreografiar las secuencias, y así no haber tenido que recaer en inexplicables herramientas de ataques (coff coff drones) para montar una insulsa persecución.

Más allá de querer encontrar el vagón que descarriló esta entrega, uno como cinéfilo o consumidor debería saber definir cuando las cosas no funcionan, sin importar las justificaciones, ya que, por un lado, el boleto lo paga uno y por el otro, nos prometieron un filme que le haría justicia al personaje. Inclusive presumían de que no iban a contenerse a la hora de mostrar momentos violentos. Pero todo quedó en buenas intenciones y como era de esperarse, nos querrán vender una versión extendida con los 30-40 minutos de escenas que fueron removidas del corte original.

Dejando a un lado los problemas de producción o logística, puedo remarcar que la trama es una simple excusa, ya que no tiene verdaderos objetivos de ser o hacer, de hecho, podríamos decir que no existe una estructura narrativa. A eso le agregamos que nos encontramos ante una versión inconsistente y cómica -no pretendida/planeada- de Eddie Brock. Era tanta la confusión que generaba la interpretación de Tom Hardy, que por momentos uno simplemente no sabía si se trataban de momentos de comedia o una extraña sobreactuación que terminaba alienando al rudo e imponente reportero. 

Es raro recibir un producto de tan baja calidad por parte del director Ruben Fleischer, ya que es el mismo creativo que nos trajo la grandiosa cinta Zombieland y está próximo a dirigir su anticipada secuela. Se desconoce si el director no tuvo la libertad a la hora de dirigir y adaptar, pero se aleja totalmente de lo que previamente había hecho en otros filmes, aquí no hay ninguna pisca de frescura, y la mayoría de las escenas tienen un corte muy simple, no hay secuencias o momentos que puedan considerarse como memorables.

Por otro lado, la fotografía y el guion son inexistentes, aún cuando fue escrito por 4 personas, así es, 4 personas fueron las responsables de traer a la pantalla esta deformidad que lleva el nombre de Venom. La película se siente apresurada, recortada y sin dirección alguna. El desarrollo de sus personajes se queda en buenas intenciones pero no logran evolucionar ni dimensionar de su constante estado plano.

Si tuviera que mencionar un punto fuerte del filme, usaría una de sus propias debilidades o rarezas, me refiero a la interpretación de Hardy. En serio, “es tan malo que es bueno”. Por momentos nos hará recordar a Jim Carrey en la película The Mask y por otro lado, habrán pequeños destellos de que el actor británico intentó tomarse en serio el papel. Lo que trato de decir, es que el filme nos remarca a un Eddie Brock en una hilarante neurosis de infumables situaciones, solamente para remarcarnos lo perdedor que es. No hay oscuridad ni verdaderos riesgos que obliguen a los personajes a luchar por sobrevivir o lograr sus objetivos, así que no esperen una cruda película de un antihéroe. Retomando al elenco, Tom Hardy, Michelle Williams y Riz Ahmed quedaron totalmente desaprovechados, quedan reducidos a interpretaciones ridículas, planas y sin corazón.

Otro factor aceptable o positivo son las interacciones entre Eddie y Venom, son de los momentos en donde había el suficiente potencial para evolucionar dicha relación y no tratarlos como la de un perro y su amo. Aunque son pocas las intervenciones, se disfrutan una vez que aceptamos estar viendo un bodrio.

Todo esto se debe a que la productora intentó comerse todo el pastel sin fijarse en los riesgos, y eso es visible en el filme. Al querer vender más boletos con una nueva clasificación, terminaron dañando la idea inicial de darle un peso serio al personaje, eso se puede notar en algunas escenas y el grotesco detalle de las transformaciones del simbionte, pero volvemos a lo mismo, todo quedó como una obra negra (sin terminar).

Probablemente ya es hora de que Amy Pascal y Avi Arad dejen de meter manos en futuras producciones relacionadas con personajes de los cómics, porque siguen jugando con la idea de que estamos a principios del 2000 y que las adaptaciones de los filmes de superhéroes todavía se encuentran sin una fórmula o estructura para hacerles brillar.

Debo adelantar que, existe una ligera posibilidad que algunas personas terminen disfrutando el filme, ahí tenemos la taquilla como el claro ejemplo de que a veces una película no necesita ser buena para generar ganancias (coff coff Transformers). Así que si no conoces a Venom, ni a Eddie Brock o su historia de origen, entonces podrías disfrutar el filme a pesar de sus errores ya que como cualquier filme de Rápido y Furioso o The Expendables, resta apagar tu cabeza un rato para pasar un buen rato pues no existe pasión en la creación de la cinta o alguna pizca artística en su dirección.




Lo que sea que llegue a pasar con Venom al terminar su paso por las salas de cine, si su recaudación logra recuperar el gasto, tengan por seguro que tendremos una secuela y de esa forma terminarán alimentándoles (a los productores) con la idea de que hicieron una buena película. Sea cual sea el futuro, ojalá retomen la idea inicial de hacer un filme para adultos y de esa forma recupere su lugar tanto el personaje como el intérprete.

Las promesas son peligrosas y más cuando se pone en juego la pasión de lo seguidores. ¿A qué intento llegar con esto? Al hecho de que las casas productoras siguen jugando a adaptar un filme y meterle tijeras sin importar deformar el producto original por unos boletos más. Al final, solamente queda aceptar que nos encontramos con una adaptación que queda mucho a deber y no parece encontrar su propia identidad, podríamos culpar el recorte de los 30-40 minutos de metraje o el cambio de clasificación (pasó de R a PG-13), de todas formas, no podemos evitar sentirnos decepcionados del producto final.

PD: Nadie sangra en esta película, solamente verán a un sudoroso Eddie Brock luchando con su propia inconsistencia.

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