Pueden o no gustar los filmes inspirados en cómics, pero debemos aceptar la realidad, estamos en una época en donde las películas de superhéroes dominan la cartelera. Desde universos cinemáticos compartidos por distintos personajes y películas, estamos en algo parecido a la edad de oro de los cómics pero en el cine. Mientras Marvel Studios y Disney se encuentran dominando el mercado, DC Comics y Warner siguen luchando por obtener un mayor pedazo del pastel del mundo del cine, con aciertos y errores, pero poco a poco han ido estableciendo una identidad.

Renovarse o morir

Muchos ubican el personaje de Aquaman, quien ha sufrido de una injusta concepción de lo que es o puede hacer, y esto se debe a la manera que era representado en la serie animada de antaño, Super Friends. Desde entonces se cree que el personaje es inútil o una total burla en comparación a los otros miembros de la Liga de la Justicia. Aquaman representa un nuevo paso firme en esta lucha, tal como lo logró Wonder Woman en 2017, la mitología del Rey de Atlantis viene con suficientes elementos para volverse en un digno blockbuster de fin de año.

Por otro lado, y personalmente hablando, extraño esa seriedad con la que había iniciado el DCEU o World of DC. Me remontaban a esos épicos arcos en los cómics y a la fórmula  bien balanceada que presentan los filmes animados de DC Comics. Es evidente que Aquaman tiene un poco de ligereza en su tono, aunque no llega a ser tan marcada como en las películas de Marvel. Puede tratarse de la dirección o de las nuevas decisiones ejecutivas dentro de Warner Bros., pero tenemos una película ligera pero sin perder su lore, sino es que tradiciones y ciencia, sin alejarse de lo que el personaje establece en verdad.

Cambiando un héroe sumergido en las burlas

La dirección de James Wan tiene gran peso en lo creativo, en sus aciertos y en sus defectos. Y seamos honestos, un proyecto de las magnitudes de Aquaman, es algo que podría asustar a muchos directores. No solamente se tiene que simular el estar en las profundidades del mar, sino que también está en juego demostrarle al público que Aquaman es un superhéroe cool y de gran poder. Aunque este último punto se ha venido trabajando desde que el director Zack Snyder eligió al imponente actor Jason Momoa para interpretar a Arthur Curry (Aquaman).

Ahora que menciono al actor Jason Momoa, se puede notar el gran cambio en su presencia en comparación con el opacado Aquaman que conocimos en Justice League. Aquí cuenta con más carisma, con motivaciones mejor marcadas, aunque por momentos se puede notar que Jason estaba actuando como sí mismo. Digo, entendemos que no es un actor experimentado o con tantas tablas de por medio. Volvemos a lo mismo, la razón por la cual fue elegido para interpretar a Aquaman es porque su propia personalidad emana ese “algo” que le hacía falta al personaje. Ese “algo” en realidad funciona a la hora de revitalizar y presentarlo a las nuevas generaciones.

Referencial pero accesible

Respecto a la premisa, podría decirse que se trata de una película de origen que sucede después de los eventos de Justice League. Al igual que en Wonder Woman, dichos eventos solo sirven como eje para ubicar la gran telaraña que Warner y DC Comics buscan tejer con sus filmes. Hago mención de una telaraña, ya que no van en línea recta como en los filmes del Universo Cinematográfico de Marvel. El World of DC apuesta más por expandirse y volverse en elementos “standalone”. O sea, películas que pueden verse sin necesidad de seguir el hilo de las películas anteriores.

Por otro lado, y entrando a detalles más intrincados, Aquaman toma mucho de “El Trono de Atlantis”, un grandioso arco de cómics y un filme animado con el mismo nombre. Pero no se trata de una calca tal cual, ya que solo sirve para colocar las piezas que detonan los motivos de los héroes y villanos. Si tuviera que dar una recomendación a los que no están tan versados con la mitología de Aquaman, podría recomendarles ver el filme animado o leer los cómics de dicho arco narrativo.

Visualmente hermosa

En términos de producción, nos encontramos ante el filme de superhéroes (por lo menos del lado de DC Comics) más ambicioso hasta la fecha. El gran despliegue de efectos CGI (generados por computadora) y prácticos, se amalgaman para darle vida a una colorida e imponente Atlántida. Y no solo eso, tal como en la vida misma, la gran cantidad de océanos abre una plétora de locaciones imaginarias, haciendo de las profundidades un atractivo e interesante mundo por explorar. Pero, así como todo lo que brilla tiene sus rincones oscuros, el CGI no siempre saca lo mejor de sus situaciones. Obviamente es notable el uso y el abuso de los efectos, pero se justifica porque es una película generada casi en su totalidad por los efectos especiales. Aquí nace el reto: acostumbrar al espectador a la idea de ver a personas nadar y hablar bajo el mar, sin que parezca ridículo. Aquaman lo logra. Después de la media hora uno ya no siente conflicto con el hecho de estar viendo un filme que combina las reglas de los cómics con la ciencia ficción y la fantasía.

La música de Rupert Gregson-Williams (el mismo que fue responsable de la banda sonora de Wonder Woman) sobresale cuando debe hacerlo. Abre espacio a composiciones que redondean las atmósferas emocionales, pero siempre respeta la escena donde se encuentra. O sea, no intenta ser over the top, es decir, exagerar ni pasarse, pero tampoco es tímida. Lo único lamentable para mí en este apartado es que no escuché piezas que contrasten, o sea, un tema con el que uno rápidamente identifique la película.

Todo a la medida

Nadando un poco hacia el muelle de las actuaciones, lo primero que resalta es la química existente entre Jason Momoa (Aquaman) y Amber Heard (Mera). Sin duda es uno de los puntos fuertes del filme. Juntos, hacen que la aventura en la que se embarcan sea entretenida y balanceada en los momentos de acción o de diálogo. El resto del reparto (Nicole Kidman, Willem Dafoe, Patrick Wilson, Yahya Abdul-Mateen II, Temuera Morrison, Dolph Lundgren) cumple con sus respectivas motivaciones y se toman en serio sus papeles. Tampoco esperen actuaciones de alto calibre, sino unas que se ajustan a las necesidades de la trama.

Debo ser honesto al mencionar que la primera media hora del filme se siente inconsistente, puede tratarse de un simple ajuste de ritmo en su montaje o algo más enfocado en lo creativo, la manera que James Wan abordó el guion. Pero, una vez pasada esa primera media hora, Aquaman adquiere dinamismo y se vuelve una entretenida montaña rusa de momentos llenos de acción (por algunos instantes, como he comentado, humorística sin llegar al ridículo), llegando a niveles épicos que emocionarán a más de uno. Justo cuando la película agarra ritmo, todo se disipa, se acomoda y así resuelve la shakespeareana exploración del héroe fracturado con su pasado que no sabe a cuál mundo pertenece.

El Rey del DCEU

Sin ser exigentes y tomando en cuenta el tipo de filme que es, James Wan logra un producto redondo, con la sustancia para revivir el camino planeado con este universo cinematográfico expandido. El buen sabor de boca que Aquaman dejó en este humilde entusiasta del mundo de los cómics, ha hecho que un rayo de esperanza y expectativas renazcan por los futuros proyectos de Warner Bros. y DC Comics (Shazam, Birds of Prey, Wonder Woman 2 y los demás proyectos que están puerta).

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