La idea de un ser de otro planeta con superpoderes siempre generará emoción y temor, una dualidad emocional que viene integrado en nuestro ADN ante todo elemento desconocido de la vida misma. Por ende, el hecho de que una figura como lo es Superman haya podido establecerse en el colectivo cultural desde su nacimiento en el mundo de los cómics por allá de 1938, sirve como una oportunidad para deconstruir y preguntarnos la posibilidad de que este superhéroe pueda mantenerse firme tal como nos lo han hecho presente en varias adaptaciones.

Probablemente Mark Millar en el 2003 se cuestionó si el lugar hace al hombre o ya es algo con lo que se nace. Como resultado de dicha reflexión llega Superman: Red Son, una singular entrega que podría entrar en el reino de los Elseworlds o “What if” de los cómics. Es necesario aclarar que no es la primera vez que se intenta abordar al Hombre de Acero desde la perspectiva del clásico Boy Scout Americano. 

Podemos recordar historias como la de Injustice: Gods Among Us, Superman: True Brit, Justice League: Gods and Monsters, así como en “What Happened to the Man of Tomorrow?” y “Superman Birthright”, historias más enfocadas en humanizar a nuestro héroe pero sin alejarse de la premisa de lo que pasaría si todo lo que conocemos de Kal-El o Clark Kent cambia de manera radical.


En el caso de Red Son, la historia se desarrolla con un bebé Kal-El aterrizando en la Unión Soviética (ahora Rusia) en lugar de la ciudad de Kansas en los Estados Unidos. Aunque el filme animado no deja claro el origen de Superman, sino que arranca ya haciendo un joven adolescente que ha mantenido oculto su gran poder por temor a lastimar a la gente de su alrededor, así como un difuso sentimiento de lo que podría pasar si descubren que es un ser de otro planeta.

Durante los 70 minutos de duración veremos cómo Superman (Jason Isaacs) se abre paso a lo largo del siglo XX como el símbolo soviético, conociendo la cruda realidad de la dictadura en la que vive, así como su ascenso al poder y sus maltrechos intentos de traer paz con base en la difusión de una ideología totalitaria de poder y miedo. Todos estos elementos sirven como una brújula narrativa y de paso como guiños a momentos de la historia de la humanidad. 

En su lucha por demostrar sus buenas intenciones (ingenuamente) se topará con fuertes aliados como la mismísima Wonder Woman (Vanessa Marshall), así como un reprogramado Brainiac. Dichas alianzas se intercalan al notar la inminente ingenio y necedad del ser humano por entrar en conflicto, ya sea por ideas o por territorio. 


Aquí se nos presenta a un afable pero letal Lex Luthor (Diedrich Bader), quien en su constante afán por demostrar que el hombre del mañana es un peligro para todos, buscará desequilibrar lo emocional en el héroe soviético. Algo que saltó a la vista, es que al tener tantos arcos, al cubrir varios años y situaciones, los 70 minutos no logran ser suficientes para empalmar el desarrollo de cada uno de los personajes, se sienten como cameos y participaciones fugaces a pilares que definen el futuro de la humanidad.

Por otro lado, tenemos a un Batman (Roger Craig Smith) anarquista con tendencias muy marcadas de terrorismo, el cual no pensará ni dos veces a la hora de quitar una vida con la única finalidad de derrocar el gobierno restaurado de Superman. Y si esto no fuera suficiente, el filme nos presenta a una Lois Lane (Amy Acker) que más allá de ser la famosa periodistas ganadores de Pulitzers, también funge como pareja sentimental de Luthor, misma que se encargará de hacer los cuestionamientos morales de los dos bandos. 


Dejando claro ese punto, Red Son busca llevarnos dentro una historia que se vierte como un reflejo de las ideologías de dos naciones que miden el mal y el sacrificio como una necesidad por ganar una carrera hacia el poder absoluto disfrazado de harmonía. Pero como es de esperarse, dicho mensaje se desvirtúa y se forja a favor del capitalismo, alejándose por instancias a lo que planteaba la obra de Millar.

Aquí es donde encontré el primer pero de la adaptación. Al buscar aterrizar el concepto de una obra muy enfocada en mostrar la otra cara de la moneda y cuestionar el origen, los guionistas intentaron girar un poco las tuercas para revitalizar el concepto, pero queda más en un intento, inclusive dejando claro paso a una agenda progresista en ciertos cambios y diálogos, uno de ellos se puede notar en las dudosas intervenciones de Wonder Woman, quien se siente plana y más como un detonante de consecuencias. 


Desconozco si Sam Liu y compañía quisieron irse a la segura a la hora de destacar los tropos característicos de Red Son. Digo, violencia hay, momentos oscuros también, pero el peso de consecuencias parece apalear más al incomprendido que al maquinista de la obra, no se da el tiempo suficiente de que uno como público y fanático congenie con los ideales de cada uno de los personajes, para bien o para mal. Aunque no negaré que las partes que sí fueron respetadas me dibujaron una sonrisa de satisfacción al por fin verlos en movimientos.

Hablando de movimientos, la animación es correcta y prudente, no busca ir más allá, es como si se tratase de un auto-lock que Warner Bros colocó a los creativos de Warner Animation Group para todas sus producciones que van directo a DVD / Blu-Ray. No es algo malo en su totalidad, ya que mayormente el arte del cómic se transporta con respeto, por lo menos los puntos claves. Aunque también personalmente me hubiera encantado ver más producción en las secuencias de pelea. Cumplen a secas.

En cuanto al doblaje, por fortuna tuve la oportunidad de ver la versión con voces originales y el trabajo de los actores es de buena calidad, aunque para algunos puede sentirse medio caricaturizado el hecho de que hagan un falso acento de ruso de habla en inglés, pero se debe comprender que es parte de la esencia de los cómics a la hora de poner en perspectiva la personalidad y naturaleza de los diálogos. Digo, habrá uno que otro diálogo que pueda resultar hilarante para ciertas personas. Pero más allá de los leves detalles, creo que los fanáticos de Superman se sentirán satisfechos con el filme, por lo menos en cuanto a entretenimiento y simbolismo.


Si tuviera que mencionar algo que hizo mucho ruido conmigo, sería el final por el cual optaron en el filme. Debo dejar claro que no esperaba una adaptación fiel al cómic, el cual se queda en un plano y simple final que, al no contar con su verdadero y complejo cierre de la novela gráfica, se pierden los verdaderos matices que me hicieron reflexionar sobre el origen del héroe y la posibilidad de un bucle en donde todo está conectado, volviéndose en una atrevida mirada al mito de lo que conocemos o consideramos que es Superman.

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