«En mi tarjeta de negocios, soy el presidente de una corporación; en mi mente, soy un desarrollador de videojuegos; pero, en mi corazón, soy un jugador».

—Satoru Iwata (1959-2015)

La industria de los videojuegos, esa que tanto entretenimiento nos brinda y a la que seguimos incondicionalmente, existe gracias a programadores, artistas, guionistas, empresarios, diseñadores… en fin, gente cuyo arduo trabajo resulta en los títulos que amamos. Entre ellos se cuentan grandes mentes, verdaderos genios de nuestra época, gente que sobresale y deja huella en millones de personas. Pero a pesar de sus grandes logros no dejan de ser eso: hombres como tú y como yo, siempre sujetos al pasar de los años y a las circunstancias. Hoy los videojugadores recordamos a uno de los visionarios más importantes en la historia de los videojuegos: Satoru Iwata. Nos hallamos exactamente a tres años de su deceso, acaecido el 11 de julio de 2015. Ahora nos toca emprender un recorrido, a manera de homenaje, a través de sus grandes logros.

La historia detrás de Iwata

Si observamos la obra de Iwata hallamos inspiración pura: su pasión por los videojuegos se remonta a sus días de estudiante —cursaba lo que en México equivale al bachillerato—, cuando ya gozaba del entretenimiento electrónico y programaba juegos sencillos. De hecho, se cuenta que en ese tiempo desensambló algunas computadoras con el propósito de comprender su funcionamiento. En 1928, ingresó al Instituto Tecnológico de Tokio para especializarse en ciencias de la computación. Durante aquella época creó un club junto a varios de sus amigos. Se reunían en un departamento que alquilaban en la zona Akihabara para crear sus propios videojuegos.

Iwata en HAL Laboratory

Las cosas se pusieron interesantes en 1980. Iwata mostraba sus creaciones en el centro comercial de Seibu. Entre los clientes habituales del lugar se encontraban algunos empleados de HAL Laboratory, la compañía desarrolladora de títulos para consolas Nintendo. Éstos observaron el ingenio de Iwata y le ofrecieron trabajo. Él aceptó y así comenzó la leyenda.

De forma similar a lo que le ocurrió a Shigeru Miyamoto, los padres de Iwata desaprobaban que su hijo trabajara en los videojuegos. Él mismo llegó a bromear con el hecho de que su padre no le habló durante los seis meses posteriores a su ingreso a HAL Laboratory. No obstante, el joven jugador, y ahora también desarrollador, se dedicó a cumplir sus sueños. Durante dos años compaginó el trabajo con sus estudios.

En 1982 empezó a dedicarse a HAL Laboratory a tiempo completo. Un año después, su puesto ya era el de coordinador de software. Fue aquí cuando participó en el desarrollo de títulos icónicos como Balloon Fight, Earthbound y Kirby’s Dreamland. Su gran pasión por el desarrollo de videojuegos —se dice que incluso trabajaba en días festivos— le permitió escalar rápidamente.

En 1993, HAL Laboratory pasaba por un mal momento: se hallaba al borde de la quiebra. Hiroshi Yamauchi, entonces presidente de Nintendo, propuso e insistió en que Iwata fuera nombrado presidente de HAL. Así ocurrió, y con la nueva dirección la compañía se recuperó en solo seis años. Otra de sus labores durante esa época fue fungir de intermediario entre Nintendo y HAL Laboratory. Es más, participó en el desarrollo y localización de Pokémon Stadium y Pokémon Oro y Plata.

Iwata en Nintendo

La transición de HAL Laboratory a la gran N ocurrió en el 2000. A partir de ahí, Iwata dedicó sus esfuerzos a reducir el costo y tiempo de desarrollo de los videojuegos, hasta dos años después, 2002. Quizá éste fue el año más importante de su carrera. El 24 de mayo, el presidente Hiroshi Yamauchi se retiró. Iwata, con 42 años, fue elegido para sucederlo. Así se convirtió en el primer presidente de Nintendo que no tenía relación con la familia Yamauchi, desde la fundación de la compañía a finales del siglo XIX —a que no sabías que Nintendo es tan antigua—.

Una vez más, Iwata ascendió en una coyuntura desfavorable. Recordemos que en esos años el PlayStation 2 y el Xbox se vendían mucho más que el Nintendo Gamecube. Entonces, ¿qué hizo Iwata? Cambió radicalmente el rumbo de Nintendo… Revolucionó a la industria. Desde su perspectiva, los videojuegos se habían estancado y se dirigían a un público muy específico: los jugadores hardcore. Él reconoció que el panorama era propicio para llevar a cabo una estrategia de mercadotecnia diferente, que consistió en ampliar el público objetivo al máximo y que los videojuegos fueran cosa de todos. Entonces comenzó la innovación.

Primero llegó, en 2004, Nintendo DS, la consola portátil con una característica sugerida por Shigeru Miyamoto que era totalmente atípica en su tiempo: dos pantallas, muy al estilo de la clásica Game & Watch, pero de las cuales una era táctil. ¿Hace falta decir qué tan impactante resultó esto? Basta con considerar que ahora los videojuegos para celulares con pantalla táctil son lo más normal. Punto para Nintendo.

Y marcó otro tanto en el E3 de 2005, cuando reveló los detalles de su nueva consola de sobremesa. Nintendo Wii —el Wii es por we, nosotros en inglés— introdujo el control por movimiento con un mando parecido a un control remoto, además de la posibilidad de apuntar a cualquier punto del televisor y ejecutar acciones gracias a una barra sensora, más o menos como si la tele también fuera una pantalla táctil. Era un concepto que pretendía atraer a toda la familia. Lo que logró fue cambiar definitivamente el rumbo de los videojuegos.

En adición a las novedades de hardware, la compañía produjo juegos y experiencias interactivas con controles intuitivos y dirigidos a toda la familia. Brain Age, Nintendogs, Wii Sports… Podríamos llamarlo un proceso de casualización que, si bien molestó a algunos, refrescó a la industria en su totalidad.

Esos sucesos de mediados de la década pasada significaron el mayor logro de Nintendo al mando de Satoru Iwata. A aquellas consolas les siguieron Nintendo 3DS y Nintendo WiiU, las cuales no fueron sino una continuación de las ideas concebidas mucho antes. Sí, quizá una incorporó la pantalla para visualizar juegos en tres dimensiones sin necesidad de portar gafas y la otra una pantalla táctil que funciona en paralelo a la del televisor, pero esta vez parecieron meras excentricidades y no representaron una revolución como sí lo habían conseguido sus antecesoras. Las ventas también fueron menores —Wii superó los cien millones de unidades; Wii U alcanzó los trece millones— y la compañía enfrentó nuevos problemas financieros.

Iwata aún participó en el desarrollo de Switch, la consola con la que hasta la fecha Nintendo busca posicionarse de nuevo en la cima del entretenimiento electrónico.

El legado de Iwata

Las complicaciones comenzaron en 2014: Iwata se ausentó del E3 debido a una operación en la cual le retiraron un tumor. Esto no bastó. Un año después, el 11 de julio de 2015, el cáncer acabó con la vida de Satoru Iwata. El mundo de los videojuegos guardó silencio.

Hoy, en el tercer aniversario de su deceso, recordemos a Iwata por sus logros, por su innovación y porque revolucionó a la industria. Su legado perdura no sólo en Nintendo Switch, sino en todos los videojuegos casuales para dispositivos con pantalla táctil, o con controles por movimiento, o en las grandes sagas de la equivalentemente gran N a las que con entrega y pasión supo revitalizar. Satoru Iwata fue, ante todo, un jugador.

En nuestros corazones, Iwata vive

 

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