Traigo una sed insoportable desde los noventa, cuando la gente de Square reflexionaba seriamente sobre su relación tóxica con Nintendo. Los embusteros de Sony habían jugado con los sentimientos de la Gran N en una bochornosa exhibición de sadismo que concluyó en una de las separaciones más escandalosas de la historia de los videojuegos. Sony sacó provecho de la investigación y desarrollo realizada durante aquella etapa: lanzó el PlayStation, que cambió irreversiblemente al mercado, y así humilló a su ex.

Square contempló apenado al Nintendo 64, pero no hubo compasión. La compañía desarrolladora de Final Fantasy abandonó la idea de trabajar para el monstruo de los cartuchos. En 1997, publicó la séptima entrega de su saga RPG en el PlayStation. Y yo, un gamer, deseé con fervor que la dependencia entre Square y Nintendo jamás hubiera terminado.

El martes 26 de marzo de 2019, Final Fantasy VII llegó a casa; ya está disponible en el Switch. Es más que un port: por primera vez, esta obra maestra del mundo videojueguil llegó a una consola de Nintendo, luego de que todos los perversos asiduos a la compañía roja lo especuláramos sin cesar a partir de la inclusión de Cloud en Super Smash Bros. El título que contribuyó al crecimiento de uno de los rivales de Mario volvió, con toda la toxicidad de antaño. Me inunda una sensación extática.

 

Parece increíble, pero durante los ochenta y noventa mis papás jugaban a la oscura fantasía final en sus consolas de Nintendo. Se soplaban los cartuchos de NES y SNES en una exploración de seis iteraciones principales y numerosos spin-offs. De hecho, mi papá se metía la mano en el bolsillo para jugar con su Game Boy, que recibió títulos como Final Fantasy Legend y Final Fantasy Adventure. Todo indicaba que la relación de Nintendo con Square, como la de mis padres, duraría para siempre. ¡JA, JA, JA!

Algunas compañías nunca cambian. Nintendo continuó soplando cartuchos, sesenta y cuatro cada noche, según los rumores. Pero la ambición de Square resultó en la búsqueda nuevas experiencias: le interesaron los discos y los agujeros; quería publicar un enorme le gustan grandes— juego con gráficos tridimensionales que, sencillamente, no entraba en el Nintendo 64. Final Fantasy VII le cayó al PlayStation en una edición de tres discos.

Apenas entró Final Fantasy a la consola de Sony, en 1997, explotó. Nintendo quedó fuera en la helada noche de los juegos de rol. Dicen que en la satisfacción del deseo siempre hay un tercero que pierde.

 

Han pasado veintidós años y ahora las desarrolladoras de videojuegos aparentan madurez. Ya hasta se prestan las franquicias. Lo inconcebible es por fin concebible. Lo corrible es por fin corrible. Lo inacabable es por fin acabable. Entreguémonos al placer de este hecho sin precedentes.

 

Juguemos a la oscura y retorcida fantasía final.

 

Cumple tus fantasías videojueguiles más oscuras: The Hive Gaming está en Twitter y Facebook.

¡Compártelo en tus redes!

Imagen de cookies

Este sitio web usa cookies, se usan para personalizar el contenido, mejorando la experiencia en el sitio y los anuncios, ofrecer funciones de redes sociales y analizar el tráfico.