Hagamos un ejercicio de memoria: tienes menos de 10 años, es viernes y tu papá te lleva al Videocentro o Blockbuster del barrio o de alguna zona acomodada.

Hay promoción de películas y videojuegos para el fin de semana, entonces puedes rentar un cartucho de NES o SNES y un VHS. Entre estos últimos, eliges los que son acordes a tu edad, pero te sorprendes al ver la portada tan gráfica de algunos como The Shining, Evil Dead, Nightmare on Elm Street, The Fly o Beetlejuice.

De inmediato, tu jefe te alejaba de ese pasillo, diciendo “son películas para adultos, todavía no las puedes ver”. Pero en ese momento, a tu corta edad, quedaste cautivado por las ilustraciones tan realistas que hasta pensaste que eran reales, porque se veían como tal.

Déjame decirte que en ese momento, sin querer, conociste al gran Enzo Sciotti (Roma, 1944 - 2021) quien en días pasados trascendió del plano terrenal hacia (tal vez)una de las dimensiones plasmadas en sus obras gráficas, dejando un enorme legado que hoy en día puede clasificarse como una propia categoría dentro de las artes.

Sciotti nació en Roma justo en tiempos de la Segunda Guerra Mundial, en medio del conflicto, por lo que los años de su infancia fueron particularmente duros, como los de toda la niñez europea de la época. Sin embargo, con el paso de los años, la situación mejoró y el pequeño Enzo mostró habilidades artísticas, además por una inclinación hacia el mundo del cine.

Fue en su adolescencia cuando Sciotti entró a trabajar en una compañía productora de cine. Se vivían los años del Cinema Verité y el resurgimiento cultural de Italia, con la producción de películas mostrando que los peores años del fascismo y Mussolini habían quedado atrás. La Gran Bota ahora era una nación industrializada, pujante, que volvía a brillar en todos los planos artísticos, con nuevas formas de hacer cine, moda, deporte, pintura, escultura, música. Italia estaba tan rampante como un Cavallino de Ferrari y el Séptimo Arte de la península era un fiel reflejo de estos nuevos y vibrantes tiempos.

Con el paso del tiempo, Sciotti fue creando un estilo propio que luego sería replicado en todo el mundo. A los 31 años decide montar su propio estudio de diseño enfocándose primordialmente en las producciones de cine y unos años después es cuando llegaría el boom de su obra, pues fue en los años ochenta cuando realizó los carteles para películas de grandes directores, como Blue Velvet de David Lynch, Phenomena y Demoni de Dario Argento, The Fly de David Cronenberg o Manhattan Baby de Lucio Fulci así como una reedición VHS de The Shining, de Stanley Kubrick.

A medida que avanzaba la década, el cine de terror y ciencia ficción “low-budget” proliferaba y aunque las películas tenían un diseño de producción un tanto pobre, las portadas de Sciotti vendían perfecto el concepto de lo que estabas a punto de ver. 

El mejor ejemplo fue la saga Evil Dead que sigue hasta nuestros días, donde ver al popular Ash Williams ensangrentado podría incluso considerarse un spoiler hoy en día, pero que en su momento servía como herramienta de mercadeo para hacer la película un producto mucho más comercial.

Llegados los años noventa, el arte de Sciotti se fue olvidando, para dar paso a la fotografía digital y la composición hecha en computadora, volviendo sus ilustraciones en objetos de culto o de museo. El artista, sin embargo, se mantuvo activo hasta su última semana de vida con sus acuarelas y carboncillos, mientras dirigía su estudio Cisterna, junto a su hijo.

Su muerte tomó por sorpresa a la comunidad artística en todo el mundo, especialmente aquellos enfocados en la nostalgia. En estos tiempos, el arte de Sciotti ha inspirado a una nueva generación de artistas no solamente plásticos, sino también en la música, especialmente en el darkwave, un subgénero de música electrónica con influencias retro y estética basada en el horror de los ochenta.

 

Sciotti nos dejó el pasado 11 de abril y en THG decidimos hacerle esta pequeña semblanza de su gran obra, como buenos fans del cine slasher, ese que a veces puede ser considerado de mal gusto, pero que sin duda, tiene una veta artística importante y al que Enzo ayudó a dar forma durante su época dorada.

Descanse en paz, maestro.

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