Prepárense, porqué están a punto de leer lo más irrespetuoso que se me ha permitido ser a lo largo de esta nota. ¿Por qué? Aquí les cuento:

Yo me encontraba trabajando en una escuela que se dedicaba a enseñar materias del ámbito digital. Un día podía ver personas iguales a mí, de entre 18 a 23 años y al día siguiente podía ver personas que podrían ser mis padres, de entre 50-60 años. Cada uno avanzaba a un nivel diferente y requería diferentes ejemplos para comprender el como funcionaba una cosa y otra, por lo que tuve que desarrollar diferentes formas de interactuar con cada persona.

Tras esta experiencia personal, podrán entender el por qué esta noticia me irritó tanto; quizá más de lo que debería. 



En Brooklyn, el profesor de gimnasia Brett Belsky de 29 años se dio cuenta de que algunos de sus alumnos la estaban llevando un poco mal en su clase, por lo que al escucharlos hablar acerca de uno de los Battle Royale más populares del momento, decidió intentar conectar con ellos de una manera diferente: retarlos en una partida de Fortnite.

Belsky les propuso jugar unas cuantas partidas siempre y cuando se desempeñaran bien durante la clase y sólo si sus padres les daban permiso. Ambos accedieron y cumplieron con el trato. Todo bien hasta aquí… no, la verdad no. Uno de ellos, de 11 años de edad, al preguntarle a su padre si podía jugar al ‘fornai’ con su profesor, activó la caja de pandora que resultaría en algo más que una queja: el despido de Belsky.

De acuerdo con las políticas de la escuela en la que laboraba el profesor de gimnasia, los maestros tienen estrictamente prohibido relacionarse en línea con los estudiantes si no es para fines educativos. Y es comprensible, en estos tiempos cualquier caso parecido a este resulta sospechoso, pero nunca se tuvo ningún incidente con el profesor, ¿qué les iba hacer? ¿quitarles los mini-escudos? Quizá más que eso, según muchos casos y situaciones que han sucedido con anterioridad.

En tiempos como estos, cualquier aproximación extracurricular de algún profesor parecería alguna forma de táctica común digna de algún depredador sexual. Sin duda algo de temer que cualquier padre consiente tendría en su mente ante semejante proposición.

Cabe mencionar que la gimnasia es una de las nomenclaturas con mayor fluctuación en casos de abuso sexual, debido al constante contacto físico y visual que debe establecerse para desempeñarse, y sí, es cierto, La Nación habló de un depredador sexual que era profesor de gimnasia. No es de sorprender que un maestro que quiera jugar Fortnite con algún alumno se viera sospechoso.
 


Belsky admitió cometer el gran error de no consultarlo con autoridades mayores a él, como el director de la escuela. No tuvo mucho con que defenderse a la hora de que todos le apuntaban con el dedo como si de No Man’s Sky se tratara.

Brett Belsky apelará al despedido argumentando que solo estaba tratando de conectar con las tendencias de la actual generación:

“Este juego es increíblemente popular. Tengo que buscar nuevas maneras de llegar a los niños, para que hagan su trabajo. Amo lo que hago, soy un buen profesor.”

Que esto sea una lección, amigos: no hagan cosas buenas que parezcan malas, y menos si está escrito en el libro de reglas que está prohibido.

Ya lo dijimos, es particularmente extraño que un maestro tenga esas intenciones y más con el historial de casos que se han presentado, pero, quizá... ¿no hubiera valido la pena investigar más sobre sus intenciones e interacciones con sus alumnos? De esta manera podría evaluarse si la conducta ameritaba que perdiera su trabajo, pues situaciones como éstas pueden afectar a largo plazo, creando un expediente para futuros patrones que quieran tratar con escrutinio al futuro maestro. Somos creyentes de "la segunda opinión" pues no todas las acciones "sospechosas" son meramente malignas, y ustedes, lectores, que son gamers y entienden el concepto de la decisión: en muchos títulos tenemos que perseguir aparentes villanos sólo para darnos cuenta de que estaban haciendo un bien, sin habernos dado cuenta, incluso terminan siendo aliados. ¿Lo mismo no aplica aquí? Pudiera ser, pero en ocasiones es mejor no correr riesgos, pues después de todo las escuelas son las que pagan riesgos enormes al tener a cientos de alumnos con padres que no van a quedarse callados ante el menor error y bueno, ¿quién no lo haría realmente?

Si alguno de ustedes es profesor de lo que sea y piensa que deben acercarse a sus alumnos de alguna manera, consulten con algún superior y háganlo oficial para que los padres no entren en alerta y los hagan perder sus trabajos, no importa que tan buenas intenciones se tengan. Ciertamente un tema para pensar.

 

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