Suele pasar que cuando algo se desconoce, se descalifica automáticamente. O sea, aplica el dicho del abuelo: “más vale malo por conocido que bueno por conocer”. Y en el caso de la relación de nuestro presidente con los videojuegos, los que conoce son “malos” y por eso son incluidos en los temas que trata a diario en sus conferencias matutinas. 

Si bien ya hemos hablado en reiteradas ocasiones del aspecto positivo del gaming, hay una realidad que no se puede ocultar, y eso es que sin la adecuada supervisión durante la infancia, sí pueden ser nocivos. Desde luego, esto recae en los padres de familia o tutores, quienes compran títulos inadecuados para la infancia o bien, no se fijan en la clasificación de edad en la portada.


Muchos títulos, aunque no son directamente para niños, sí tienen un contenido altamente educativo, como Animal Crossing, que sin pretenderlo enseña sobre economía, trabajo, ecología, biología, arte y relaciones interpersonales. Los títulos más adultos o “M”, no son malos per se, pero se dirigen a un mercado que tiene plena conciencia de sus actos y sabe que lo visto en pantalla es diversión o un anti estrés en muchos casos.

Las declaraciones de Andrés Manuel Lopez Obrador (Presidente de los Estados Unidos Méxicanos), si bien denotan pocos conocimientos técnicos (y aclaramos, no es su culpa), sí ponen un punto muy importante a considerar. En tiempos recientes, un par de adolescentes asiduos al juego de móviles Free Fire (111dots Studios, 2017), el battle royale más jugado del mundo, fueron contactados por un grupo delictivo, quienes los privaron de su libertad. La noticia recorrió el país e hizo que grupos de personas (generalmente adultos que desconocen de videojuegos) se quejaran en redes sociales, como siempre, crucificando a los “Nintendos”.

Desde luego, el acto es condenable. No obstante, el punto a considerar es que darle un dispositivo a un menor de edad sin supervisión es un arma de doble filo. Claro, los juegos no son los culpables, pero sí los padres o tutores quienes suplen la atención a los menores con tecnología, la cual es de tan fácil acceso que por ello muchos niños se vuelven vulnerables o susceptibles de sufrir algún daño físico o intelectual. 


Y es que aunque nuestro presidente diga “los nintendos son malos”, sí tiene razón al señalar que no podemos seguir ignorando una problemática que va más allá de una pantalla, sino que ya es un tema profundo de índole social y de paternidad que, evidentemente, no tocaremos aquí.

Nosotros, como gamers adultos, sabemos bien que había títulos que nuestros papás no nos dejaban ver y a veces los jugábamos a escondidas. Desde luego, nos tocó un regaño y hoy en día entendemos que a un menor a quien no se le explica la diferencia entre el bien y el mal, ver títulos como GTA o Call of Duty podría provocarles un trauma, de la misma forma que lo provocan el abandono y la desatención paterna, especialmente en los primeros años de vida.

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