Algo tan inseparable como la expectativa de jugar un título por primera vez es aquel logo pequeño con una o dos letras que nos indica si este juego es apto para que nuestros hermanos menores vean mientras decapitamos a un jefe o cumplimos una misión extrema. Por supuesto me refiero a la clasificación de juego de la ESRB.

En un trabajo documental magnífico, “Noclip” logró lo que ningún otro medio había conseguido y nos da un panorama bastante completo de lo que ocurre dentro de uno de los órganos regulatorios más importantes de la industria de los videojuegos en América. 

El proceso de clasificación es bastante burocrático y simple: Los publicistas pagan por el rating y envían una forma en la cual la parte crucial es la descripción del contenido relevante de su juego (teniendo especial atención al contenido explícito) y adjuntan evidencia congruente en video. Es entonces donde los encargados de revisión en ESRB ponderan y clasifican al juego dependiendo en una de las distintas categorías que otorga la institución. 

Contando con explicaciones de la presidenta, jefes del departamento de ratings y de media/marketing, nos adentramos en la maquinaria para darnos cuenta de que a pesar de ser un órgano perteneciente a una industria autorregulatoria, la ESRB se atiene a estándares bastante altos de trabajo, al grado de cuidar el nulo contacto entre los raters directos y los publicistas, manteniendo en secreto las identidades de sus empleados de rating y sin dar pistas explícitas a las empresas sobre qué deberían cambiar en caso de querer modificar su calificación. 

La ESRB se mantiene a la vanguardia desde su creación en 1994, lo cual se hace notorio por la forma en la cual sus empleados describen las diferencias entre los procesos de antaño, hechos con VHS y faxes, hasta lo más nuevo en la era digital, donde la institución se ha visto obligada a mantenerse a la par de una industria con un desarrollo impresionante, en la cual se enfrenta a retos como la automatización de procesos y el rating en juegos móviles o sin releases físicos, incluso contando con métodos especiales relacionados a los juegos indie que carecen del presupuesto de una gran marca.

A pesar de ser una organización que desempeña una valoración de carácter relativamente subjetivo, es notorio en el documental el increíble grado de profesionalismo que desarrollan, siempre manteniendo sus valores de apoyo a la industria y a la información de compradores, asegurándose que el público tenga una buena idea de qué esperar con tan sólo ver una letra enmarcada.

De mi parte puedo recomendar bastante el documental, que si bien es algo largo (44 min) también ayuda a comprender el trabajo de una parte de la industria que no recibe siempre la atención (dejando las críticas de lado).



Fuentes: [Kotaku]

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