The Vision, un cómic de Marvel que no puedes perderte
Y sin la necesidad de una suscripción a Disney+
6 de febrero, 2021
Wandavision está aquí y llegó para quedarse, con lo que ha sido hasta el momento una buena percepción de la serie. El que hayan decidido enfocarse en la relación de Scarlett Witch y The Vision sólo lo hace más interesante.
Pero no es la primera forma de contenido que taclea la turbulenta vida del sintezoide escarlata y, en mi opinión, no hay una que sea mejor que el cómic escrito por Tom King e ilustrado en su mayoría por Gabriel Hernández Walta.
Honestamente al principio me costó pensar que una historieta basada en quién el público percibe como uno de los eslabones más débiles, en cuanto a personalidad se refiere, de los Avengers, pudiera ser interesante; pero la edición del 2015 de The Vision es una verdadera obra maestra.
Sin hacerles mayor spoiler, la historia se centra en nuestro estoico protagonista mientras intenta darle un nuevo sentido a su vida creando una familia a su semejanza: más sintezoides. The Vision tiene ahora una esposa y dos hijos, un chico y una chica. La feliz familia se ha mudado a los suburbios para tener una vida lo más normal posible, pero esto es un mundo de superhéroes y por supuesto que los problemas no podían mantenerse alejados por mucho tiempo, porque el pasado no se va a ninguna parte cuando tienes la memoria perfecta de una máquina.
La historia se desenvuelve junto con las curiosas relaciones de la familia, tanto entre sí como con su entorno y Tom King hace un excepcional trabajo llevándonos de la mano en un drama que llega a ser tan profundo como desgarrador. Lo mejor de todo es que es que la historia es prácticamente auto-contenida y, aunque jamás hayan leído un sólo cómic, podrán entender el contexto de lo que ocurre sin mayor problema.
Ya sea que sólo vieron las películas de los Avengers o están empezando con Wandavision, o mejor aún, si aprecian un buen cómic, les aseguro que no van a arrepentirse de leer esta legendaria pieza narrativa y visual. Los hará pasar de la risa a las lágrimas y todas las emociones que están en la engañosa distancia entre ambas. Nunca pensé que un robot me haría sentir algo tan genuino, pero heme aquí, hablando de una familia de tostadoras.